Al siguiente dÃa muy temprano quiso continuar su viaje, en realidad habÃa pasado una noche muy mal por falta de una cama y alimentos, la habÃan alojado en los rincones de la cocina y no le habÃan invitado cena.
A causa de ello no tenia fuerza ni la energÃa para llevar la tinaja huakulla, suplicó a los dueños, para dejar su huakulla. Bueno, le permitieron dejar hasta su regreso, pero la mujer habÃa dicho por favor no lo vayan a destapar y que tengan mucho cuidado. Aceptaron obsequiosamente los dueños de la casa, con la promesa de no hacerlo.
A varios las hormigas les habÃan picado constantemente en la comunidad y se preguntaban que tendrÃa la tinaja, porque les habÃa recomendado no quitar la tapa. No podÃan soportar tanto tiempo la inquietud y con las esperanzas de hallar algo muy valioso quitaron la tapa, entonces muy consternados vieron brotar un violento chorro de agua, el agua salÃa interminablemente inundando al final toda la comarca y a los habitantes de los moradores, no tuvieron tiempo para escapar. Juntamente con el chorro de agua salieron los peses, las gaviotas, flamencos, patos, chanchos, patillos, zambulledores, q’eñola, qaslachup’uquña y todo las aves y seres vivientes que en la actualidad viven en las aguas de Titicaca, que a su vez son el efecto de ambición y la curiosidad de los habitante de ese pueblo.