—¿Qué haremos?
—¿Nada, qué podemos hacer?
— ¡Al niño le hacÃa tanta ilusión el árbol!
La sirena aulló, y los pasajeros fueron hacia el cohete de Marte. La madre y el padre fueron los últimos en entrar. El niño iba entre ellos. Pálido y silencioso.
— Ya se me ocurrirá algo —dijo el padre.
—¿Qué ...? —preguntó el niño.
hete despegó y se lanzó hacia arriba al espacio oscuro. Lanzó una estela de fuego y dejó atrás la Tierra, un 24 de diciembre de 2052, para dirigirse a un lugar donde no habÃa tiempo, donde no habÃa meses, ni años, ni horas. Los pasajeros durmieron durante el resto del primer "dÃa". Cerca de medianoche, hora terráquea según sus relojes neoyorquinos, el niño despertó y dijo:
—Quiero mirar por el ojo de buey.
—ToadvÃa no --dijo el padre—. Más tarde.
— Quiero ver dónde estamos y a dónde vamos.
—Espera un poco --dijo el padre.