Figuraciones
"Las hipótesis no tienen que ser ciertas, tienen que ser interesantes"
Por alguna razón que no sé explicar, me sucede con mucha frecuencia que
diferentes personas, con las que me relaciono por primera vez, suponen
que me dedico a actividades que, en muchos casos, ni siquiera sabÃa que
existÃan.
Al principio, me esforzaba por aclarar las asiduas confusiones. Con el tiempo me relajé y disfruto de los malos entendidos.
Voy a contar una situación que recuerdo especialmente: fue con una
señora mayor, muy amable, con la que compartà un viaje en avión.
Apenas nos ubicamos en nuestros asientos, empezamos una conversación
sobre el clima. Mientras la aeronave levantaba vuelo nos quedamos
callados. La anciana rompió el silencio, diciéndome: - Joven, disculpe,
¿le puedo decir algo? - Sin esperar mi respuesta, prosiguió: - Usted
tiene todo el aspecto de ser un sacerdote católico, ¿me equivoco?
- ¿Es tan evidente? – le contesté sonriendo.
Se le iluminaron los ojos y dijo casi gritando: - ¡¿Es usted un cura?!
Bastó con mirarla a los ojos y sonreÃr para terminar de convencerla.
El resto del viaje nos pasamos intercambiando opiniones sobre diversos
pasajes de la biblia (que nunca en mi vida leÃ); sobre la relación de
los laicos con la iglesia católica y otros temas que ya no me acuerdo.
Cuando nos despedimos, dijo haber quedado maravillada hasta la emoción
por las que supuso eran metáforas que yo habÃa utilizado para referirme
a temas tan profundos.
En otra oportunidad, yo estaba en el lobby de un hotel, al que suelo ir
con cierta frecuencia, y conversaba con el recepcionista sobre el
resfrÃo que padecÃa su mujer. Se acercó un señor muy elegante y me
preguntó si yo era médico. Ante mi cara de sorpresa, intentó explicarse
diciendo que él podÃa reconocer a un colega con sólo mirarlo. Continuó
su monólogo dando por hecho que yo era doctor en medicina y, por mi
edad, seguramente prestigioso. Apenas pude hacer brevÃsimas acotaciones.
Cuando nos despedimos, manifestó sentirse honrado de haber conocido a
un profesional tan distinguido.
Algunos creyeron ver en mà a un abogado; otros a un veterinario; en una
oportunidad creyeron que era bombero; un par de veces, entomólogo; una
señora aseguró cierta vez que yo era un actor que hacÃa siempre de
malvado en las telenovelas; varias personas supusieron que yo era
policÃa… Casi siempre me aproveché de los equÃvocos para darme corte y
divertirme.
Con el tiempo fui puliendo mi técnica; aunque quizás decir “técnica†sea
una exageración. Yo me limito - solamente si es necesario - a formular
largos parlamentos intrascendentes. El resto lo hacen los otros: ven y
oyen lo que quieren ver y oÃr.
Aunque suene increÃble, en muchas oportunidades fui agasajado por
diferentes colegios profesionales; diserté ante expertos sobre temas que
nunca estudié; me galardonaron en universidades y fui coautor de muchos
trabajos cientÃficos de ciencias que desconozco.
En este mismo instante, ustedes se están tomando el trabajo de leer un
texto de quien consideran un escritor, mediocre lo sé, pero al fin y al
cabo me suponen un escritor. SÃ, señoras y señores, hoy les tocó caer
en la trampa. Como aquella inocente viejita en el avión, creyeron que
soy lo que no soy.
Al terminar este relato, probablemente se figurarán que lo que leyeron
es una simple ficción, pero estoy seguro que interiormente saben que
todos, de un modo u otro, somos irremediablemente impostores.