*(Autora Imágen: Marie Buchfink)
Cuenta un relato guaranÃ, que un cachorro de puma que habÃa quedado 
huérfano porque unos cazadores aborÃgenes asesinaron a sus padres; fue 
criado a escondidas por Luna, la hija del jefe de la tribu Chichiguay. 
Con el tiempo, este cachorro creció y se convirtió en un majestuoso 
animal. Ya no era posible ocultarlo y pasó a formar parte de toda la 
comunidad. 
   
La relación entre el puma y la princesa se fue convirtiendo en algo 
tan estrecho que, donde iba ella, él la acompañaba y cuidaba de los 
posibles peligros. CompartÃan los juegos y descansos. El puma, como 
excelente cazador, proveÃa la mayor parte de los alimentos que se 
consumÃan en la aldea Chichiguay. 
   
Cuando una tribu vecina y enemiga ancestral, los Queraguay, resolvió
 atacarlos por sorpresa durante la noche, Luna, al igual que los demás, 
estaba entregada al descanso pero fue despertada por el felino que 
emitÃa enormes y aterradores rugidos. 
   
Para cuando los guerreros Chichiguay tomaron sus armas y se 
prestaron a dar batalla contra los invasores, el puma, ya habÃa atacado y
 puesto en fuga a la mayor parte de ellos. El resto, con el temor del 
ataque producido por ese gran gato, fue tomado prisionero o muerto por 
los defensores. 
   
Pasado el tiempo, "Yagüá", como se lo habÃa bautizado, ocupó un 
lugar preponderante en la aldea. Los niños jugaban con él. Las mujeres 
podÃan ir tranquilas al interior de la selva a recoger los frutos que 
eran parte de su dieta, porque eran custodiados siempre por Yagüá. Ni la
 poderosa anaconda se animaba a molestar a algún integrante de la 
comunidad Chichiguay. 
   
Los Queraguay, que habÃan escapado en esa última batalla, unieron 
sus fuerzas con sus otros ancestrales enemigos: Los Quitiguay. Estos 
últimos, aunque siempre fueron neutrales entre las contiendas 
Chichiguay-Queraguay, formaron parte de esa alianza y atacaron en 
conjunto a los Chichiguay. 
   
SabÃan de antemano que, el arma más poderosa que disponÃan los 
Chichiguay era a Yagüá. La estrategia que debÃan utilizar era 
fundamentalmente, matar al puma. 
   
Nuevamente, con la traicionera cobertura de las sombras nocturnas, 
los guerreros Queraguay y sus aliados Quitiguay, atacaron la aldea 
Chichiguay. Yagüá, como siempre, estaba en una sigilosa vigilancia de la
 aldea. Los atacantes se dirigieron en dos grupos fuertemente armados. 
Unos a la choza de la princesa Luna a la que tomaron y quisieron 
llevarla prisionera, y los otros, formaron una barrera de lanzas y 
flechas entre Yagüá y la princesita. 
   
El puma atacó valientemente a los secuestradores de su amiga. 
Destrozó con sus grandes y afiladas garras los cuerpos de sus enemigos. 
Trituró con sus enormes colmillos muchos cuellos y cabezas. 
   
Pero en el fragor de la lucha, fue lanceado muchas veces por los 
atacantes. Las flechas colgaban a montones de su esbelto y fornido 
cuerpo. Los dardos, embebidos en "curaré", que le fueron arrojados, 
comenzaban a hacer su efecto. En un final esfuerzo, Yagüá, destrozó al 
último de los enemigos. La princesa Luna habÃa sido salvada. 
   
Herido y moribundo, se despidió de Luna y de los demás integrantes 
de la tribu Chichiguay con un enorme rugido. En él, expresaba a todos 
los integrantes de la selva, tanto humanos como animales que, debÃan 
respetar para siempre a la comunidad Chichiguay. 
   
Se dirigió al rÃo acompañado por Luna, se despidió en la orilla de ella y penetró en las aguas. 
   
Dice la leyenda que en honor a tan valeroso Puma, esas transparentes
 aguas, se convirtieron del color de su majestuosa piel. Hoy el rÃo es 
"del color del León" conocido como el RÃo de la Plata. Mirándolo, 
siempre recordaremos a Yagüá... "el inmortal".