“Tomó sus cosas y miró el reloj, se dirigió al lugar donde se sentÃa seguro, probablemente porque siempre habÃa estado ahà para él: su cuarto.
Se despidió de sus paredes que tantos recuerdos habÃan guardado: sus sueños, sus ideas, sus sentimientos y ahora sus nostalgias, éstas estaban plasmadas con grafitis multicolores, con figuras y formas que solo él podÃa ver, que solo él podÃa leer, que solo él podrÃa comprender.
También se despidió de las ventanas, que por las soleadas tardes tapizaban su solitario rostro con las más variadas armonÃas y que por las mañanas le anunciaban la hora de levantarse; de su cama y de su almohada, amigas Ãntimas, quienes conocÃan sus secretos y fantasÃas de amores encontrados y olvidados en la memoria.
Y antes de marcharse, le dirigió una oración al crucifijo, luego lo besó, recordó que él era quien lo habÃa acompañado toda su vida y que la soledad era necesaria algunas veces (no siempre) para encontrarse con su propio corazón, lo volvió a mirar y entonces lo tomó y lo echó en su bolsa.
Salió, cerro la puerta y tiró el fósforo. No miró hacia atrás, siguió caminando mientras sentÃa arder su espalda… brotaron algunas lágrimas que fueron arrancadas por el viento que soplaba como todos los diciembres.
La plateada luna iba alumbrando las callejuelas llenas de sombras que cobraban vida y hacÃan revivir las aventuras de recuerdos infantiles y de las juventudes mutiladas…De un momento a otro se detuvo, su mirada se habÃa nublado y de nuevo una estampida de viento volvió a secar el rostro apesadumbrado de tristeza por su partida necesaria… necesaria para trabajar, necesaria para vivir, necesaria para ser feliz, necesaria para transformarse, necesaria para experimentar la libertad, necesaria para vivir en paz, necesaria para encontrar compañÃa, necesaria para el pan y el techo digno…
Al final de la calle se encontró con quien le ayudarÃa a transformar su vida del otro lado. Como pudo se subió al camión y se encontró con otros ojos iguales a los suyos, con otros rostros iguales al suyo: forzados, afligidos y asustados por dejar aquel lugar que tanto querÃan, que tanto esperaban que cambiara para no marcharse.
Era demasiado tarde ¡eso lo habÃan esperado desde hace mucho!
Entre más se alejaba, más se aferraba el corazón a su tierra, quiso por un momento arrojarse al suelo pero miró hacia la colina y vio como su choza se desvanecÃa lentamente por el fuego, asà también su esperanza…
Mientras del otro lado las noticias anunciaban: “los jefes de estado se reunirán para plantear medidas ante el tema migratorioâ€â€¦. “han construido un muro en la frontera…â€, “la nueva ley migratoria vigente traerá…â€, “la mayorÃa de inmigrantes se desplazan por…hay que tomar medidas fuertes ante el tema migratorio…â€
Él solamente pensaba al escuchar los voceros… “¿qué saben ellos?... esos los del otro lado.â€
autor: http://servicioskoinonia.org/cuentoscortos/articulo.php?num=062