Un hombre entró en un bosque y pidió a los árboles que le proporcionaran un mango para su hacha. Los árboles consintieron en su petición y le dieron un fresno joven.
Apenas habÃa el hombre encajado el nuevo mango del fresno a su hacha, cuando comenzó a usarlo y rápidamente taló con sus golpes los más nobles gigantes del bosque.
Un viejo roble, lamentándose cuando fue demasiado tarde de la destrucción de sus compañeros, dijo a un cedro vecino:
-El primer paso nos ha perdido a todos nosotros. Si hubiéramos tenido mejor previsión, podrÃamos haber retenido aún nuestros propios privilegios y haber estado de pie una eternidad.-
Nunca se debe dar una ventaja a un desconocido.