El campesino cuidaba muy bien de la vid y ésta creyó que la querÃa mucho, pues la apuntalaba con ramas.
-Tendré que recompensarle con buenos racimos -pensó ella.
Y la vid trabajó con tesón y produjo mucha uva. Pero después de la vendimia el campesino le quitó de golpe todos los palos y puntales y la pobre vid se desplomó. Luego, con su hacha, el campesino hizo pedazos la planta, la llevó a su casa y la arrojó al fuego.
Asà premian los ingratos los servicios recibidos.
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