HabÃa un niño al que todo le daba miedo. CorrÃa por todas partes sin parar, para hacer ruido con sus pisadas.
Un dÃa comenzó a golpear una lata con un palo y consiguió espantar el miedo.
Cogió esta costumbre y cada vez lo hacÃa con más musicalidad hasta ser un tamborilero y luego formó parte de un grupo de de música como baterÃa.
Le sucedió que no le podÃa dejar de tocar. Después de los ensayos y las actuaciones él seguÃa tocando tocando música con las baquetas dando al aire, a las paredes, a su cabeza…. hasta que se hizo amigo del miedo.
Al dialogar con el miedo comprendió que no es miedo lo que tenÃa sino dudas de que el miedo no le dijera nada. Al dejar de espantarlo aprendió a pensar y supo que el miedo y las dudas le acompañan. Ya no tuvo miedo de las dudas ni el miedo le hizo dudar de todo.
Aprendió que la música es un diálogo interior.
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