_Lo siento, don Roberto _ la voz del médico tenÃa un tono de pesadumbre _, los exámenes de laboratorio, repetidos dos veces, no dejan duda que el tumor cerebral es maligno.
El paciente, de unos 50 años de edad, sólo atinó a cubrir su rostro con sus manos. Silencio.
Cuando levantó su cabeza, mirando al galeno, con sus ojos brillantes y sin expresión, musitó:
_ ¿Cuánto tiempo, doctor?
_ A lo más … tres meses; el mal está muy avanzado _la voz del profesional sonaba suave, nunca acostumbrado a dar tan infausta noticia a sus pacientes_. Le sugiero arreglar sus problemas en su empresa, en especial con la familia …
_ ¿Qué familia? _una amarga media sonrisa_ Estoy divorciado, no tengo hijos e ignoro quienes son los parientes más cercanos. ¡Qué cosa del destino! Luché toda mi vida para tener las comodidades que el dinero da y ahora … estoy a pocos meses de morir …, siendo uno de los empresarios más exitosos del paÃs.
_ Si me permite, le sugiero tomar su avioneta particular y salir a conocer todo aquello que su trabajo le impidió hacer…
_ Mmm, excelente idea … haré mi testamento, diré a mi personal que tomaré un descanso … ja, un descanso harto largo y … que mi fiel administrador continúe haciendo trabajar la fábrica sin despedir a nadie. De hecho, quiero dejar establecido legalmente que todos sean dueños de mi empresa … Por lo menos que me recuerden por las cosas buenas que hice.
Carlos, o don Carlitos como le gustaba que le dijeran, pese a ser el gerente en una gran empresa internacional, con sus 35 años habÃa triunfado por su gran capacidad, ocupando el puesto máximo a que cualquiera de los funcionarios podÃa aspirar.
Recordó a su hermosa esposa con ternura y su corazón se apretó un poco al mirar las fotografÃas de sus hijos. Amalia, una rubiecita de 10 años, muy parecida a su mamá, con un rostro angelical y a Rodriguito, un hermoso pelirrojo de 6 años. Se habÃa encerrado en su oficina, pidiendo a la secretaria que no fuera interrumpido por nadie porque tenÃa que terminar un trabajo; ¡Y vaya sà qué tenÃa que terminar algo!
Desde hacÃa un año engañaba a su esposa Ana Rosa con Marga, una bella abogada que a veces trabajaba para la empresa. El remordimiento por no haber tenido las fuerzas necesarias para acabar con esa relación pasional no lo dejaba vivir en paz. En especial cuando llegaba muy tarde y Ana Rosa ya dormÃa plácidamente. Mientras se desvestÃa para descansar, la contemplaba con amor; no, no, ¡Con un gran amor y ternura!; pero, Marga era como una hermosa y atractiva depredadora que lo tenÃa atrapado en su telaraña. Sólo era atracción fÃsica, el placer de acostarse con ella y dejarse llevar por la pasión lo hacÃa pensar en su anterior vida de castidad hasta casarse con su amada Ana Rosa; nunca habÃa tenido vida aventurera, todo lo reservaba para su idolatrada esposa y sus pequeños hijos.
La empresa habÃa premiado a sus trabajadores más destacados, dándoles viviendas de acuerdo a los puestos que ocupaban. A los gerentes y directivos les hizo una población de acceso exclusivo en las afuera de la gran ciudad, junto a la Cordillera; diferentes tipos de casas, con la idea de cada uno de los beneficiados cómo era la casa ideal. Villa ParaÃso realmente era una belleza soñada; enormes sitios con prados y árboles, con sus calles y paseos adornadas bajo el cuidado de una empresa de vigilantes. En fin, no se podÃa pedir más para llevar una existencia de pelÃcula.
Sin embargo, él no contaba con Satanás que lo tentarÃa para comer el fruto del árbol prohibido y su inexperiencia en asunto de mujeres lo hizo presa fácil de la bella Marga, quien sólo buscaba aventuras y, por qué no decirlo, no a cualquiera, sino aquellos hombres sanos de cuerpo y alma para no correr riesgos de contraer enfermedades venéreas.
Cuando la conoció, ella supo que era un hombre honesto, pues al mirarlo a los ojos él lo vio sonrojarse ligeramente. Su suave mano como terciopelo, se apoderó de la suya, fuerte y dura con los ejercicios fÃsicos que le dieron ese aspecto atlético y una gallardÃa de la que no hacÃa ostentación, de la cual se habÃa enamorado su esposa, además de ese aire desvalido de adolescente que se percibÃa en su accionar.
Al sentir el suave e insistente roce de su mano, Carlos notó que su sexo entraba en ebullición; quiso retirar su extremidad, pero Marga con una bella sonrisa preguntó irónica:
_ ¿Lo molesto? Vamos, vamos hombre sólo es una broma.
Desde entonces sintió el asedio de la bella abogada, quien se las ingenió para llevarlo hasta su departamento con el engaño que allà se iban a reunir varios altos ejecutivos para discutir sobre la estrategia a seguir por la empresa. Un tanto molesto y violentado por la situación, sintió que resbalaba poco a poco hacia el abismo que era la encantadora e inteligente mujer; primero mostró como al descuido sus bellas piernas cuando iban a beber “un suave trago, por favorâ€, que hizo reÃr a la mundana mujer. Algo mareado por la poca costumbre de ingerir alcohol, casi no opuso resistencia cuando lo rodeó con sus desnudos brazos y lo besó en la boca; comprendió la estratagema de Marga y el vértigo se apoderó de todo su ser.
Nunca podrÃa olvidar como ella se echó sobre la alfombra, arrastrándolo mientras lo besaba con pasión. Su instinto animal lo hizo llevar su mano a su entrepiernas y con sorpresa comprobó que ella andaba sin ropa Ãntima. Ya nada lo detuvo, desnudos en el suelo ella le mostró su sabidurÃa en el sexo, aquel conocimiento del cual Carlos carecÃa.
Ahora en su oficina sacudió la cabeza cuando en su mente apareció Marga, mirándolo con lascivia mientras se desnudaba, consciente que lo tenÃa atrapado.
_ ¡Basta, basta! No puedo seguir engañando a mi amada, sólo por darle placer a mi cuerpo.
Con decisión marcó un número en el teléfono.
_ ¡Marga! _prácticamente le estaba gritando_ ¡Esto se acabó entre nosotros!
En silencio escuchó la voz cálida y sexy, quien trataba de disuadirle.
_ Lo siento, adiós, no me molestes más ni intentes buscarme, porque no estoy más para ti.
Cortó de un golpe y sintió un enorme alivio
Ana Rosa, tan bella y de mirada tan limpia, estaba atendiendo a sus hijos para salir ese hermoso domingo.
_ ¡Carlitos! ¡Amor! ¡Ya está servido el desayuno!
Carlos, mostrando su cara de felicidad, se acercó a su esposa mientras se frotaba las manos para terminar de secarla. La abrazó delante de los niños que reÃan felices y la besó largamente en su hermosa boca. Antes de sentarse “chasconeó†el cabello a los muchachos, que rieron de buena gana; Ana Rosa lo observaba risueña, pero su mente trabajaba velozmente.
“¿Qué le ocurre a mi amor? Mmm, creo que es cierto que dejó a Marga. ¡Pobre, ignora que yo sabÃa la atracción que ejercÃa sobre él! Lo amo tanto que temà perderlo si le enrostraba su infidelidad, pero … ¡Ahora Dios ha premiado mi amor y paciencia!â€
Y la felicidad regresó a la cómoda casa rodeada de jardines y de otras hermosas viviendas.
Roberto se despidió con un abrazo de su mecánico en el aeródromo; este último lo miró asombrado, sabÃa que era un rico empresario celebrado por todos debido a su sencillez y amabilidad, pero nunca lo habÃa estrechado, aunque siempre bromeaban ambos por nimiedades.
Preocupado vio como el pequeño avión se elevaba bajo la hábil mano del buen piloto. Roberto, además de hacer los trámites legales para dejar exitosa empresa bajo el mando de su amigo el administrador, también dejó en su testamento como accionistas a todos sus trabajadores. FrÃamente habÃa planificado todo, pidiéndole al médico que guardara el secreto de su mortal enfermedad; tenÃa sus razones, querÃa que sus empleados gozaran de la póliza de seguro que, de acuerdo a la ley, no podrÃa ser cobrada si se establecÃa suicidio en su muerte. Tuvo la fuerza suficiente para disimular su creciente debilidad que lo hacÃa perder la visión por momentos; su plan consistÃa en chocar la avioneta contra la Cordillera, aparentando un accidente que no dejarÃa huellas al incendiarse la aeronave.
Pero, no siempre lo que el Hombre planifica resulta tan exacto. Iba volando a unos trescientos metros de altura, cuando perdió la visión como habÃa sucedido antes; creyó que volverÃa con rapidez, pero no, no ocurrió asÃ. Trató de recordar los detalles que indicaba el instrumental de a bordo, pero la cercanÃa de la muerte le impidió saber dirección y altura.
Fin de semana, las familias se disponÃan a salir de paseo para gozar de los hermosos parajes pre cordilleranos.
_Listo el automóvil _ Carlos entró en la casa para ayudar a cargar los vÃveres. Oyó el ruido de un avión con el tÃpico sonido de ir en picada y todos corrieron al ventanal para mirar con horror como un avión se precipitaba hacÃa ellos en caÃda diagonal.
Sólo atinaron a abrazarse y encomendarse a Dios. Carlos, antes de la explosión, rogó al Creador perdón por sus pecados y pensó “Es mi castigo, ahora… que tenemos la perfecta felicidadâ€.
La avioneta chocó con la hermosa vivienda y explotó. Roberto, que nunca quiso dañar a nadie, en su ceguera habÃa arrasado con la pequeña mansión.
El automóvil de Victor, su vecino, que también salÃa a pasear, se detuvo a unos cien metros del siniestro.
_ ¡Dios, ten misericordia! _fue la exclamación de su esposa.
Regresaron y con horror vieron los restos del avión que destruyó completamente su bella casa.
_¡Gracias Señor, por perdonar mi pecado! _Carlos estrechaba a su hermosa esposa y a sus hijos, en tanto miraban por la ventana como se incendiaba la casa de su vecino. Con sorpresa vio como éste llegaba en su carro con toda su familia y corrieron a abrazarlos.
_ ¡Gracias, Dios, por esta segunda oportunidad! _su amigo Victor lo dijo casi gritando.
_ ¡Amén! _ asintió con lágrimas en los ojos que contemplaron las llamas de los restos de la casa más próxima, con el cadáver de un buen hombre que se incineraba en la carlinga de la avioneta.