A la vista de aquellas armas, la leona, aterrada, quiso escapar. Y de repente pensó que sus hijitos quedarÃan entonces a merced de los cazadores. Decidida a todo por defenderlos, bajó la mirada para no ver las amenazadoras puntas de aquellos hierros y, dando un salto desesperado, se lanzó sobre ellos, poniéndolos en fuga. |