¡Me
encanta el verano! Siempre voy al pueblo de mi padre y me junto con otros
chavales que tampoco viven allà pero que vuelven todos los años. Pasamos los
dÃas en la piscina y las noches bebiendo y riendo. Solemos estar bebiendo y
fumando todos los amigos en un claro que hay en un pinar cerca del pueblo. Mi
padre me dice que no entremos allÃ..que no es un sitio adecuado para estar de
noche...pero chulÃsimo, se está muy agusto, y además nunca hay nadie. No
entiendÃa porque me daba esa advertencia hasta que una noche sucedió algo que
nunca podré olvidar.
Estabamos allà de risas y hablando de nuestras
cosas hasta que en un momento de la noche una amiga, Silvia, empezó a ponerse
blanca. Gritaba temblando que en la oscuridad, entre los pinos, habÃa alguién o
algo...estaba quieto mirándola muy fijamente...Todos comenzamos a reir
bromeando y le dijimos que dejara de beber. Ella no salÃa de su temor...ya no
veÃa la figura pero estaba segura que no se la habÃa imaginado. Varios
nos ofrecimos a ir hasta el sitio para que se convenciera de que no habÃa nada
ni nadie.
Tras la comprobación a Silvia se le pasó el
susto. Todos seguimos riendo y charlando cuando esta vez fui yo el que se
sentÃa observado por alguién. Esa hombre...pálido mirándome fijamente...¡¡ERA
VERDAD!!. Me entró tal desesperación que comencé a gritar. Silvia lo volvió a
ver y también gritaba. Nadie entendÃa nada pero nos pedÃan que parasemos...la
broma se estaba haciendo pesada. Nosotros insistÃamos: "no es una broma.
¿Acáso no le veÃs?" Nadie le veÃa...habÃa vuelto a desvanecerse.
Algunos fueron a mirar otra vez...¡nada!
Seguimos allà pero yo ya no estaba nada agusto...de repente Raúl gritó un
fuerte "Dios, ¿Qué es eso?" de una forma agónica, se levantó y empezó
a correr hacÃa el pueblo...todos le imitamos. No tuve tiempo de girarme y
mirar, pero sé lo que vio. Esa figura de mirada pálida penetrándote...
Nunca más volvimos allÃ...nadie de nosotros se
ha atrevido nunca a comentarlo...pero estoy seguro que no somos los únicos que
lo hemos visto. Ya sé porque mi padre me decÃa que no entraramos allÃ...y
porque nunca me decÃa la razón. Él, al igual que yo, no quiere nombrarlo nunca
más.