El Mito del Cóndor
Se
dice que en una comunidad, un hombre vivÃa con su hija. La hija pastaba
las ovejas, llamas y otros animales. Cada dÃa un joven vestido con
elegancia iba a visitarla. TenÃa un traje negro hermoso, chalina
blanca, sombrero y todo. Cada dÃa iba a visitar a la mujercita, y se
hicieron buenos amigos. Jugaban a todo. Un dÃa comenzaron a jugar de
esta manera: “Alzame tu y yo te alzaréâ€. Bueno, comenzaron el juego, y
el joven alzo a la mujercita. Recién cuando la habÃa alzado en alto, la
mujercita se dio cuenta de que estaba volando.
El joven puso a la
mujercita dentro de un nicho en un barranco. Allà el joven se convirtió
en cóndor. Por un mes, dos meses, el cóndor criaba a la mujercita. Le
daba toda clase de carne: carne asada, carne cocida. Cuando habÃan
estado unos años juntos, ella llego a ser mujer. La jovencita dio a luz
un niñito, pero lloraba dÃa y noche por su padre, a quien habÃa dejado
en la comunidad. “¿Cómo puede estar solo mi padre? ¿Quién está cuidando
a mi padre? ¿Quién está cuidando a mis ovejitas? Devuélveme al lugar de
donde me trajiste. Devuélveme alláâ€, le suplicaba al cóndor. Pero él no
le hacia caso.
Un dÃa un picaflor apareció. La joven le dijo:
“¡Ay, picaflorcito, mi picaflorcito! ¿Quién hay como tú? Tienes alas.
Yo no tengo ninguna manera de bajar de aquÃ. Hace más de un año, un
cóndor, convirtiéndose en joven, me trajo aquÃ. Ahora soy mujer. Y he
dado a luz a su niñitoâ€. El picaflor le contestó: “Escúchame joven. No
llores. Te voy a ayudar. Hoy dÃa iré a contarle a tu papá donde estás,
y tu papá vendrá a buscarteâ€. La joven le dijo: “Escúchame,
picaflorcito. ¿Conoces mi casa, no? En mi casa hay hartas flores
bellas, te aseguro que si tú me ayudas, toditas las flores que hay en
mi casa serán para tiâ€.
Cuando dijo eso, el picaflor volvió
contento al pueblo, y fue a decir al padre de ella: “He descubierto
dónde está tu hija. Está en el nicho de un barranco. Es la mujer de un
cóndor. Pero va a ser difÃcil bajarla. Tenemos que llevar un burro
viejoâ€, dijo el picaflor, y contó su plan al viejo. Fueron, llevando un
burro viejo. Dejaron el burro muerto en el suelo. Y mientras el cóndor
estaba comiendo el burro, el picaflor y el viejo ayudaron a la
jovencita a bajar del barranco. Después llevaron dos sapos: uno
pequeño, otro grande, y dejaron los sapos en el nicho del barranco.
Bajaron el viejo y su hija y fueron hacia el pueblo. El picaflor fue
donde estaba el cóndor, y le contó: “Oye, cóndor. Tu no sabes que
desgracia hay en tu casaâ€.
“¿Que ha pasado?†el cóndor le preguntó.
“Tu
mujer y tu hijo se han convertido en saposâ€. Bueno, el cóndor se fue
volando a ver. Ni la joven, ni su hijo estaban dentro del nicho,
solamente dos sapos. El cóndor se asustó, pero no pudo hacer nada; y el
picaflorcito está todos los dÃas entre las flores en la casa de la
jovencita. Mientras ella, su hijo y su padre viven felices en la
comunidad.
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