La ardilla Vainilla una nuez empujaba. Un paso, dos pasos, ya casi estaba.
Pero tropezó y la nuez…. ¡PATAPLAF, PATAPLOF! Hasta el suelo cayó.
Vainilla, la ardilla, tras la nuez corrió. Miró, olisqueó, giró, y en una topera colarse la vio.
La ardilla Vainilla en la topera tras la nuez entró.
-¡Buenos dÃas, señor topo!
-¡Buenas! -contestó él y justo en ese momento en su cabeza rebotó la nuez y del agujero salió.
Vainilla, preocupada, tras ella corrió y la nuez, rueda que rueda, en el rÃo hizo ¡CHOFF!
Una trucha flacucha que por allà pasaba, abrió la bocaza para bostezar y se la tragó.
La pobre trucha casi se ahoga pero un esturión que todo lo vio, le soltó un sopapo y la nuez volando salió.
La nuez subió alto, muy alto, tan alto llegó que le dio a un azor que cazaba un ratón y lo derribó.
-¡Gracias! -dijo el ratón a Vainilla.
-¡De nada! -Vainilla respondió, y siguió tras la nuez que rodando, rodando, hasta el pie de un árbol llegó.
-¡Ya eres mÃa! -gritó.
Pero entonces llegó un tejón y la nuez se zampó.
La pobre Vainilla se sentó agotada. ¡TantÃsimo trabajo para nada!
Pero entonces ¡CATACLOC!, sobre su cabeza una nuez cayó y al cabo de un rato, cayeron otras dos.
¡Qué maravilla! ¡Aquel enorme árbol era un nogal!
Vainilla por él trepó, un montón de nueces zampó y tanto le gustó que allà a vivir se quedó… ¡CHIMPÓN!
AUTOR: Dolores Espinosa.