Dicen los achachilas que cierta
vez un zorro se encontraba al lado de un rÃo y melancólicamente observaba las
imágenes que reflejaban sus aguas. Se veÃa a gente bailando, bebiendo y riendo.
¿Qué pasaba? Las aguas del rÃo no hacÃan más que reflejar la algarabÃa que allá
arriba se vivÃa: en el cielo estaban de fiesta.
Â
El zorro, que andaba cabizbajo y
pensativo, no se dio cuenta que un cóndor habÃa bajado a tomar agua. Al verlo
se le ocurrió una gran idea.
Â
Â
- ¿Qué pasa amigo tiwula? –
preguntó el cóndor.
Â
- Es que quiero ir a la fiesta
que hay arriba en el cielo y sólo, no puedo. ¿Por qué no me llevas tata
condori?
Â
– dijo el zorro.
Â
El cóndor aceptó de buena gana
el pedido del zorro y le dijo que se montara en su espalda. Volando hacia las
alturas llegaron al cielo y se unieron a la fiesta. Comieron bastante, bebieron
y se divirtieron.
Â
Al cabo de un rato el cóndor buscó
al zorro que andaba perdido entre tanta gente alegre y le dijo que ya era hora
de volver. El zorro, entusiasmado con el festÃn, no quiso regresar y se quedó
allá arriba. Cansado de esperar, el cóndor retornó sin su compañero a la
tierra.
Â
Acabada la fiesta, el zorro, que
se habÃa quedado solo, se fue de visita a la casa de una estrella. Como todavÃa
tenÃa hambre, la estrella le alcanzó una olla de barro y le dio un granito de
cañihua para que se hiciera una mazamorra. El zorro miró el grano con desconcierto
y pensando que eso no iba a ser suficiente le dijo a la estrella:
Â
- Pero ¿cómo va a alcanzar un
solo grano de cañihua para los dos? Eso no alcanza ni para mÃ.
Â
Y sin que la estrella se diera
cuenta, rápidamente aumentó diez granos más a la olla. Asà comenzó a preparar
su mazamorra de cañihua mientras se le hacia agua la boca.
Â
El zorro contento seguÃa en la
tarea de remover la mazamorra que estaba casi a punto. De pronto la olla
comenzó a rebalsar y la mazamorra chorreando, chorreando fue a dar al suelo.
Como el zorro andaba muerto de hambre se puso feliz a lamer lo que caÃa de la
olla y casi sin descansar trataba de comérselo todo. Pero la alegrÃa pronto se
convirtió en angustia pues la olla seguà rebalsándose y la habitación se iba
llenando de cañihua sin que el zorro pudiera hacer nada para detenerla.
Â
La estrella al ver su casa llena
de mazamorra se puso muy enojada y colérica y a gritos le dijo al zorro:
Â
- ¡Zonzo nomás siempre habÃas
sido, tiwula! ¿Por qué has aumentado más cañihua? ¿Acaso no te habÃa dado
suficiente?
Â
¡Ahora todito te lo vas a tener
que comer!
Â
El zorro, arrepentido y triste
por su desgracia, se angustió más aún y, no pudiendo hacer nada, pensó que lo
único que le quedaba era regresar a la tierra. Entonces se ató a una soga y fue
donde la estrella a suplicarle que le ayudara a bajar.
Â
La estrella aceptó ayudarlo y
sujetó la soga para que el zorro pudiera bajar.
Â
Camino a la tierra y cuando
escasamente le faltaban diez metros, el zorro vio a un loro que volaba frente a
él y, liso como era, sin más ni más,
Â
lo insultó diciéndole:
¡Loro lengua de papa!
¡Loro lengua de chuño!
¡Yo te puedo matar!
Â
El loro lleno de furia por los
insultos del zorro, comenzó a picotear la soga por la que éste descendÃa. Al
ver que la soga se rompÃa, el zorro comenzó a gritar fuertemente diciendo:
^^^^^^Â