Fernando y Susana eran dos hermanitos que vivÃan muy felices con su papá, su mamá y la abuelita Rigoberta.
¡Ah!... y qué lindo era vivir con la abuelita. No todos los chicos tenÃan esa suerte, pero Fernando y Susana sà y la disfrutaban mucho porque Rigoberta era una abuela con una enorme paciencia: narraba viejas historias y cuentos interesantes; sabÃa las mejores canciones y los juegos más divertidos; cosÃa los vestidos de muñecas más lindos y cocinaba las tortas y los dulces más ricos.
Pero un dÃa, porque sà nomás y sin que nadie supiera por qué, la abuela Rigoberta amaneció seria y preocupada.
Y no contó sus viejas historias ni cantó canciones, ni jugó con los chicos, ¡ni siquiera cocinó una torta!
¡Nada!
Toda la familia se asustó: ¿Qué le pasaba a la abuela? ¿EstarÃa enferma?
A la mañana siguiente, cuando se reunieron para desayunar, se encontraron con que la abuela ya lo habÃa hecho muy tempranito y estaba sentada en su sillón favorito leyendo el diario.
Y eso no fue todo. Cuando le preguntaron qué leÃa y si habÃa alguna noticia importante, la abuela contestó que sólo estaba buscando trabajo. SÃ, tra-ba-jo.
Pero no pudo terminar de hablar, porque el papá, al oÃrla, se atragantó con la tostada; la mamá se puso mermelada en los dedos; Susana derramó el café con leche y Fernando se cayó de la silla.
Y la abuela Rigoberta, sin darse cuenta de los desastres causados, siguió leyendo muy tranquila.
Finalmente dijo, cerrando el periódico:
-¡Qué barbaridad! No puedo encontrar el trabajo que busco; tendré que poner un aviso ofreciéndome.
-¿Y cuál es el trabajo que estás buscando, abuelita? -preguntó Fernando.
-Justamente, de eso quiero trabajar, de "abuelita" -contestó Rigoberta y siguió explicando que habÃa muchos nenes que no tenÃan abuela y que eso era muy triste.
Entonces habÃa pensado trabajar para esos chicos en su tiempo libre; es decir, cuando Fernando y Susana estaban en la escuela.
A la familia le pareció una "idea genial", como todas las que se le ocurrÃan a Rigoberta.
Al dÃa siguiente, el extraño aviso ofreciendo trabajo de abuelita, salió en el periódico y mucha gente llamó por teléfono. Fueron tantos los pedidos, que era imposible cumplir con todos. Y esto, por supuesto, preocupó a Rigoberta, que se encerró en su dormitorio a pensar.
Y pensó… y pensó.
Pensó tanto, que ese dÃa no almorzó ni cenó; sólo apareció cuando ya todos habÃan terminado de comer el postre.
Entonces anunció muy contenta, que ya tenÃa la solución del problema: estaba decidida a fundar la primera "CompañÃa de Abuelos Voluntarios".
Era, en verdad, una excelente solución porque también habÃa muchos abuelos sin nietos y eso era tan triste como nietos sin abuelos.
Pero gracias a la abuelita Rigoberta, la "CompañÃa de Abuelos Voluntarios" fue un éxito y todos podÃan conseguir abuelos y nietos adoptivos a gusto.
Y la abuela Rigoberta ya no se preocupó más y se sintió muy feliz.
Y el que quiera un cuento contado por una auténtica abuelita, que llame por teléfono a la "CompañÃa de Abuelos Voluntarios".
Actividades:
Unidad didáctica: "La familia"
Preguntas de motivación:
- ¿Quiénes vivÃan con la abuela?
frenando,susana y sus papas
- ¿Qué cosas hacÃa la abuelita Rigoberta para entretener a sus nietos?
narraba viejas historias y cuentos interesantes
- Pero un dÃa... ¿qué le ocurrió a la abuela?
la abuela Rigoberta amaneció seria y preocupada.
- ¿Dónde publicó su aviso la abuelita?
en el periódico
- ¿Qué pasó con el aviso?
y mucha gente llamó por teléfono
- ¿Qué decidió fundar Rigoberta?
la primera "CompañÃa de Abuelos Voluntarios".