Un mozo que se
llamaba Pedro entró al servicio de un caballero. Y aunque Pedro nunca habÃa
trabajado como criado de nadie, ponÃa mucho interés en aprender su nuevo
oficio.
En una ocasión,
estando el caballero charlando con otros señores amigos suyos, decidió llamar
al mozo para burlarse de él.
-Pedro -le
dijo el caballero-, esta tarde quiero invitar a merendar a mis amigos. Ve ahora
mismo a la plaza y compra tres kilos de uvas y tres kilos de ayes.
-¿Tres
kilos de qué, mi señor?
-¡Tres de
uvas y tres de ayes! ¿O es que no me has oÃdo? ¡vamos, vamos, date prisa, que
estas esperando!
Pedro, asustado, salió volando de la casa y se
dirigió al mercado de la plaza del
pueblo.
-¿Qué será
aquello de los ayes? –DecÃa Pedro para sÃ- nunca oà hablar de nada semejante.
Cuando Pedro llegó al
mercado, compró rápidamente los tres kilos de uvas y preguntó a uno de los
vendedores si tenÃa ayes. El vendedor le miró malhumorado y dijo:
-¿Crees
que vengo yo aquà a perder el tiempo?
¡Largo muchacho, no me molestes¡
Pedro, sin comprender
lo que pasaba, se dirigió a otro vendedor.
-Vaya,
vaya muchacho… Asà que tres kilos de ayes… -le dijo riéndose sin parar-. Pues
anda, pregunta por la plaza a ver quién
los vende.
Después de un buen
rato, Pedro se dio cuenta de que su amo se habÃa burlado de él. Y decidió darle
un escarmiento. Entonces cogió un buen
puñado de ortigas y los puso dentro de la bolsa tapando bien las uvas
que habÃa comprado.
Cuando Pedro llegó a
la casa, el caballero le mando llamar y le preguntó riendo:
-¿Qué,
Pedro, has traÃdo lo que te encargué?.
-SÃ,
señor - respondió Pedro -.Lo traigo todo
aquÃ, en esta bolsa.
El caballero, lleno
de curiosidad, mandó a Pedro que le acercara la bolsa y, sin pensarlo dos
veces, metió la mano dentro.
-¡Ay, ay,
-gritó el caballero mientras sacaba la mano.
-Y debajo
de los ayes están las uvas -dijo Pedro resueltamente.
Los amigos del
caballero se echaron a reÃr y convencieron al caballero de que no castigase a
Pedro, ya que pocos podÃan tener a un mozo tan ingenioso a su servicio.
AUTOR: Anónimo