Un muchachito llamado Liang, huérfano de madre, tenÃa una madrastra que lo trataba cruelmente y que en todo cuanto el chico hacÃa hallaba faltas que criticar.
A pesar de ello, Liang no abandonó jamás el sendero del deber y continuamente se esforzaba en aparecer amable a los ojos de su madrastra. A ésta le gustaba extraordinariamente el pescado; pero no habiendo podido obtenerlo en cierta ocasión, Liang se encaminó de noche a un lago helado, y tendiéndose a lo largo en el hielo, respiró con fuerza hasta hacer un agujero, por el que consiguió coger dos carpas, que alegremente llevó a su casa para contentar y satisfacer a su madrastra.
Un gran poeta que tuvo noticia de esta hermosa acción de Liang, escribió sobre ella un bello