ME CUIDE DE VOLVER A LA CALLE FANTASMAL
Bajé del bus ante el
espejo negro del lago, habÃa tibias estrellas y fresca hierba. Pegué mi
cara contra la muralla de alambre, vi la luna también, lejos como mi corazón.
Al amanecer, el sol tocaba mis pies, años atrás en otra frontera habÃa
tocado un sueño de cactus. Yo caminaba por el jirón Puno, tenÃa una
botella de pisco, atrás el Lago me enviaba una nube. "Qué maravilla
en el vientre del Titicaca, niña querida", dije, pero en realidad lo
habÃa dicho Gamaliel Churata en la esquina cuando lo vi, sentado en una
tienda bebiendo alcohol puro, eso bebÃa, del Lago le habÃan enviado los
Uros un pez de oro. Yo doblaba entonces por el jirón Lima, asà como he
doblado miles de esquinas y bebido miles de botellas. Carlos Oquendo de
Amat, me detuvo, Miguel, dijo todo flaquito, cómprame este bono de pre-publicación.
¿Cuánto?, le pregunté, diez soles. Sus Cinco Metros también hablaban de
mi niña querida. Ella dormÃa en el fondo del Lago, ella no sabÃa lo que
sentÃa mi corazón ahora lejano y solo. "Cargado de nubes, que más
parecÃan formaciones pétreas, babeaba el cielo con la salvaje urgencia y
la misma candidez de la bestia que se dispone a amar", asÃ, enrumbé
al Lago. Cargado de lágrimas, mi propio lago se iba sumergiendo en el otro
Lago. Cargado de lágrimas, todas las lágrimas del Perú, todas las nubes
que conté desde mi infancia, ahora entraban en el Lago. Yo decÃa no
llores, niña querida, ¿no sabes que asà me desesperas?
autor: http://mundoalterno.com/decimas/ncolaboracion/miguel_ildefonso6.htm