namorado cierto león extremadamente de la hija de un labrador, y deseando obtenerla por esposa, se la pidió a su padre con toda formalidad; a lo que, como es de suponer, se negó el buen nombre maravillándose de oÃr proposición tan rara. Lejos de conformarse la fiera, se puso a rechinar los dientes y a amenazar a todos; en vista de lo cual creyó el labrador más prudente contemporizar con el león para evitar su saña. DÃjole que no tendrÃa inconveniente en concederle a su hija, pero que era menester se dejase cortar las uñas y arrancar los dientes para que la doncella no se atemorizase. A todo se avino el enamorado león, pero tan pronto como estuvo desarmado, lo echó de su casa el labrador, dándole de palos.
El que se entrega de un modo u otro a sus enemigos sufre la suerte del vencido