Un zorro hambriento que andaba buscando donde robar algo, vio ea un condor que también estaba en los mismos apuros.El zorro le dijo al cóndor ¿De dónde vienes hermano, del espacio?- Vengo de las altas cumbres nevadas, cumbres que eternamente están cubiertas de helada nieve, he bajado a buscar alimentos para resistir mejor el rigor de las nevadas -dijo el cóndor.El zorro se rió a carcajadas y le respondió burlonamente:- Es raro que todo un señor cóndor, llamado rey de las alturas no pueda resistir el frÃo. Yo, con ser un habitante de la llanura, me siento más fuerte que tú para soportar ese frÃo que tanto miedo teinfunde, y para demostrarte con hechos, te desafÃo a permanecer durante una noche en la cumbre más elevada de la cordillera de los Andes. El cóndor aceptó el reto y ambos ascendieron al cerro. El cóndor se posicionó de la punta más elevada, tendió una de sus alas a manera de colchón y se acurrucó cómodamente. El zorro, por su parte, de igual modo, tendió su traposa cola y se sentó frente al cóndor. Asà comenzó la desigual apuesta. No tardó en desencadenarse una terrible tempestad que es muy frecuente en aquellas regiones.El zorro de primera intención, invocó a los dioses tutelares para que calmen sus iras, y desde un comienzo habÃa alegado que la apuesta no era con la tempestad, ni con los rayos, sino contra el frÃo únicamente.Las condiciones de la apuesta, de común acuerdo, eran demasiado severas; pues el ganador debÃa comerse al derrotado. El cóndor ya saboreaba su desayuno y temeroso de que el zorro desistiera de su apuesta, hizo cesar la tempestad. Cayó una fuerte nevada. El cóndor sacudÃa a menudo las alas para eliminar la nevada, de lo que, también, protestaba el zorro.- La apuesta, amigo mÃo, no está en sacudirse la nevada sino en aguantarla - gritó el zorro porque el estaba casi totalmente cubierto de nieve y sólo se le veÃa la cabeza.A la media noche, el cóndor exclamó: ¡Zorrito…!- ¡Cóndor!–contesto el zorro y agregó -. Señor cóndor, ¿no tienes frÃo?- No tengo frÃo– contestó el rey de los cielos; más bien estoy un poco fatigado por el calor.Asà transcurrieron las horas y el pobre zorro no podÃa soportar por más tiempo aquel mortÃfero frÃo. Ya se sentÃa desfallecer. Precisamente cuando el dÃa empezaba a clarear, el zorrito habÃa sucumbido vÃctima de su vanidad.El cóndor, después de dormir un momento, preguntó por última vez:- Zorrito, ¿sientes frÃo todavÃa?El zorro ya no contestó, habÃa pagado con su vida la desigual apuesta. Al poco rato el cóndor tenÃa a su lado un excelente y sabroso desayuno.autor: http://ayavirialmundo.blogspot.com/2010/10/literatura-regional-o-punena-cuentos.html