El guardián del hielo
José Watanabe
Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corrÃa tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efÃmero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil
Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenÃan firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y asà aprendÃ, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
Yo soy el guardÃan del hielo.
De Cosas del cuerpo