Duncan galopaba agazapado sobre el lomo del caballo, y azuzaba al animal para que corriera más. La luna asomó tras una montaña, y el bosque se inundó de su luz espectral, y la bruma de las zonas bajas resplandeció, y espÃritus malignos y antiguos despertaron a la noche, y duendes maliciosos salieron de sus cavernas dando saltos entre las rocas; mientras Duncan seguÃa galopando. De pronto algo se atravesó en el camino; un lobo blanco cruzó corriendo. El caballo se asustó y se levantó sobre sus patas traseras, lanzando un relincho. Duncan cayó hacia atrás, y aunque se levantó rápido no pudo evitar que su caballo siguiera solo, desapareciendo al galope tras un recodo. Desparramando su mirada por el aterrador paisaje nocturno que lo rodeaba, Duncan pensó que su situación era grave; su espada y el arco habÃan quedado en la montura, y sólo cargaba un cuchillo de monte.