Todos los años unos pájaros blancos y negros de pico naranja visitan la isla islandesa de Heimaey. Estos pájaros se llaman frailecillos. Se les conoce como los “payasos del mar†debido a aus picos de color vivo y a sus movimientos torpes. Los frailecillos son aves patosas en los despegues y aterrizajes porque tienen cuerpos gruesos y alas cortas.
Autor: Bruce McMillan
Halla vive en la isla de Heimaey. Ella examina el cielo cada dÃa. Mientras lo observa desde lo alto de un acantilado que da al mar, ve el primer frailecillo de la temporada.
Ella se dice a sà misma “lundiâ€, que significa “frailecillo†en islandés.
Pronto el cielo se llena de ellos, frailecillos por todas partes. Regresan de su invierno en el mar a la isla de Halla y a las islas cercanas que están deshabitadas para poner huevos y criar a los polluelos de frailecillos. Estos “payasos del mar†regresan a las mismas madrigueras año tras año. Es la única ocasión en la que van a tierra.
Halla y sus amigos suben a lo alto de los acantilados para ver los pájaros. Ven a las parejas de frailecillos golpear sus picos el uno contra el otro. Cada pareja que ven cuidará pronto de un huevo en las grietas profundas del acantilado. Cuando los frailecillos salen de los huevos, los padres traen pescado para alimentar a los polluelos. Cada polluelo se convertirá en un joven frailecillo. Las noches de los frailecillos llegarán cuando los frailecillos vuelen por primera vez. Aunque aún faltan largas semanas para las noches de los frailecillos, Halla piensa en preparar algunas cajas de cartón.
Durante todo el verano los frailecillos adultos pescan y cuidan de sus polluelos. En agosto las flores cubren las madrigueras. Con las flores ya florecidas, Halla sabe que su espera de las noches de los frailecillos ha terminado.
Los polluelos escondidos se han convertido en jóvenes frailecillos. Ya llega el momento en que Halla y sus amigos saquen sus cajas y antorchas para las noches de los frailecillos. Desde esta noche y durante las próximas dos semanas los frailecillos se marcharán a pasar el invierno en el mar.
En la oscuridad de la noche los frailecillos abandonan sus madrigueras para levantar el vuelo por primera vez. Es un viaje corto en el que mueven las alas desde los altos acantilados. La mayorÃa de los pájaros aterrizan a salvo en el mar que está por debajo. Pero algunos se equivocan por las luces del pueblo, quizás piensan que las luces son rayos de luna que se reflejan en el agua. Cientos de frailecillos aterrizan en el pueblo cada noche. Como son incapaces de despegar desde el terreno llano, corren de un lado para otro y tratan de esconderse.
Halla y sus amigos pasarán todas las noches buscando frailecillos en apuros que no han conseguido llegar al agua. Pero los gatos y los perros del pueblo también estarán buscándolos. Incluso si los gatos y los perros no los atrapan, los frailecillos podrÃan acabar atropellados por los coches o camiones. Los niños deben ser los primeros en encontrar los frailecillos perdidos. A las diez, las calles de Heimaey están llenas de vida con niños que vagan de un lado para otro.
Halla y sus amigos corren a rescatar a los frailecillos. Provistos de antorchas, deambulan por el pueblo, buscando lugares oscuros. Halla ve un frailecillo.Corre tras él, lo coge y lo pone a salvo en una caja de cartón.
Durante dos semanas, todos los niños de Heimaey duermen hasta tarde para poder salir por la noche. Rescatan a miles de frailecillos.
Cada noche Halla y sus amigos llevan a los frailecillos rescatados a casa. Al dÃa siguiente, con las cajas llenas de frailecillos, Halla y sus amigos bajan a la playa.
Es hora de liberar a los frailecillos. Halla primero suelta a uno. Lo sujeta para que se acostumbre a batir sus alas. Después, sujetando al frailecillo de forma acogedora en sus manos, lo eleva en el aire y lo lanza sobre el agua más allá de las olas. El frailecillo revolotea una corta distancia antes de aterrizar en el mar a salvo.
DÃa tras dÃa los frailecillos de Halla se alejan chapoteando hasta que las noches de los frailecillos se acaban por este año. Mientras ve a las últimas crÃas de frailecillos y a los frailecillos adultos marcharse a pasar su invierno en el mar, Halla se despide de ellos hasta la próxima primavera. Les desea un buen viaje mientras dice “Adiós, adiósâ€.