La muñeca embrujada
Durante la noche, en una zona residencial, Gastón se desplazó
furtivamente entre sombra y sombra. Cruzaba rápidamente por las partes
iluminadas, y al alcanzar la sombra de alguno de los tantos árboles que
habÃa en aquella avenida, se detenÃa y vigilaba su entorno con la
mirada. Gastón era muy precavido porque no querÃa volver a la cárcel.
Llegó
a la propiedad que era su objetivo. El muro era bajo; lo saltó sin
dificultad. Caminó cautelosamente por un jardÃn marchito. Al divisar la
casa se escudó tras un arbusto y espió por un momento; no habÃa señales
de que alguien estuviera en la casa, tal como esperaba, pero nunca se es
demasiado precavido.
Se coló por una ventana. Adentro era todo
oscuridad. Encendió su linterna y la apuntó hacia todos lados; estaba en
un cuarto donde habÃa una cama y un armario polvoriento. Al revisar los
cajones del armario sólo encontró papeles y algunos objetos sin valor.
Abandonó la habitación y caminó por un corredor hasta llegar frente a
otra puerta.
Apenas ingresó a esa otra habitación, hizo que el haz de luz la recorriera, mostrando lo que habÃa allÃ.
También era un cuarto y, al enfocar la cama vio que alguien estaba acostado en ella, alguien pequeño.
Inmediatamente
apagó la linterna y quedó inmóvil, escuchando, intentando controlar su
respiración para no hacer ni el más mÃnimo ruido, y asà no despertar a
aquella persona. ¡Persona! Y en su mente visualizó lo que vio momentos
antes. Aunque no estaba del todo seguro, volvió a encender la linterna
y, efectivamente, lo que habÃa visto no era una persona, era una muñeca.
TenÃa el tamaño de una niña pequeña, a juzgar por su cabeza y el
bulto que generaba bajo la frazada, pues estaba cubierta hasta la
cabeza. TenÃa los ojos claros y sonreÃa mostrando dos hileras de dientes
puntiagudos y pequeños.
Gastón se acercó a la cama y se inclinó para verla mejor.
- ¡Maldita muñeca aterradora! - dijo Gastón -, creà que eras alguien,¡vaya susto que me diste!
-
!Me voy a comer tu cara! - hablo la muñeca de pronto y volteó hacia él.
La voz de la muñeca sonaba con mil reverberaciones; era una mezcla de
voces masculinas y femeninas de distintos tonos.
Gastón saltó hacia atrás, y al retroceder hacia la puerta vio como la
muñeca se destapaba al sentarse con un brusco movimiento, para enseguida
gatear con rapidez sobre la cama.
Cuando salió al corredor, la
muñeca endiablada corrÃa tras él. Entró al cuarto que tenÃa la ventana
abierta y cerró la puerta de un golpe, lo que le dio tiempo para
alcanzar la ventana y saltar hacia afuera. Al atravesar a toda prisa el
jardÃn marchito, echó una mirada sobre su hombro, y vio que la muñeca
estaba parada en el portal, y que detrás de ella, desde la oscuridad,
iban surgiendo otros muñecos.