Rafael
despertó creyendo que, en ese instante, se habÃa quedado dormido. Como
en otras ocasiones, le entusiasmó la idea de ser consciente de que
estaba soñando y sintió como si fuese un personaje de ficción de carne y
hueso. Oyó el leve tic tac del reloj de mesa. ParecÃa haber abierto
los ojos en un sábado de festejos, pero se concentró para convertirlo
en domingo. Antes de preparar el café, fue al quiosco para comprar el
periódico. Todas las noticias hablaban de un mundo en el que él no
deseaba vivir. Supo que estaba despierto. Motivado
por esa experiencia, Rafael publicó La Pastilla Rosa; un “libro†de
cuentos editado en formato periódico con el propósito de que el lector,
al menos en un primer momento, leyese las historias cual si fueran
sucesos de actualidad, introduciéndose asà en un mundo ficticio, pegado
a lo utópico, con la certeza de seguir respirando en esta realidad.
Para evitarle distracciones, firmó con seudónimos las noticias, los
artÃculos de opinión, los anuncios, cómics y todos los elementos que
conformaron ese nuevo medio informativo... de una sola publicación: el
número 777. |
En
esta insistencia sobre tal afirmación se basan los analistas para
argumentar que la frase de Julio Verne (“Todo lo que un hombre pueda
imaginar, otros podrán hacerlo realidadâ€), que empleó en el acertijo de
la página 21, revela su verdadero anhelo. La prioridad de Rafael no
fue crear una obra literaria peculiar, sino dar con el medio para
sembrar futuras noticias. Estoy de acuerdo con ellos. En un correo
electrónico que me envió hace nueve años, a inicios de 2010, cuando La
Pastilla Rosa sólo era una idea con textos desordenados, me habló sobre
su motivación de fondo, detrás de las letras, delante de sus ganas:
“al contrastar la información o al llegar a la sección literaria del
periódico, donde se desvela que lo que se tiene en las manos es un
libro de cuentos, el Lector que busco habrá saboreado ya una realidad
más amplia. También es probable que, desde un primer momento, dude
sobre la fiabilidad de las noticias, pero el dudar es suficiente para
que él respire dentro de las historias durante un rato, lo suficiente,
espero, para sembrarle un quizá si yoâ€.