El temporal era cada vez más fuerte, y no tenÃa visos de dar marcha
atrás, pero sin luz, sin apenas agua y con cada vez menos alimentos, ya
.
El mayor problema era que no existÃa modo alguno de poder comunicarse
con los vecinos. En el centro del pueblo, al estar las casas unidas o
mucho más cerca, lo
e ir compartiendo los enseres con el objetivo de que todos pudiesen resistir hasta el final.
En mi caso no era asÃ, ya que yo me encontraba mucho más apartado, y si querÃa entrar en contacto con alguien, no me quedaba otra que salir a la calle, algo que estaba completamente descartado.
Pero los problemas cada vez iban a más, y ya resultaba imposible
poder resistir otro dÃa sin comer. Mis músculos ya no respondÃan como
debÃan, y me fallaban las fuerzas por la falta de nutrición.
No existÃa más salida, tenÃa que llegar al pueblo y pedir que me ayudasen, asà que cogà mi mochila, me hice con el hacha, y salà por una de las ventanas de la planta superior. Intenté correr, porque ellos ya estaban cerca, sabÃan que era un objetivo fácil, y no se iban a dar por vencidos.
Corrà todo lo que pude por encima de la nieve, pero ya era tarde, pude ver cómo sus ojos se clavaron en los mÃos, y ahà es cuando me di cuenta de que todo habÃa acabado.