CUE

 

 

 

Monstruos de mar

No tenía sueño, entonces decidí dar un paseo por el muelle. Estaba pasando unos días en una casa situada en una colina cercana al mar. La noche estaba clara, en el mar se desparramaban sendos reflejos de luna. Bajé por el camino escalonado que llegaba hasta el muelle, que era pequeño y de madera. Esa noche ningún bote estaba amarrado en él. Una bruma muy tenue envolvía el lugar. Bajo las maderas el agua golpeaba contra los pilares con un rítmico rumor. 
Parado frente al mar, en aquella soledad, reflexioné sobre los misterios que aún ocultan sus profundidades, en los abismos de eterna oscuridad donde se deslizan seres asombrosos. Me imaginé seres colosales, pulpos gigantescos, calamares de monstruoso tamaño y peces de aspecto extraterrestre. En medios tan hostiles, donde la vida evolucionó de forma diferente, es muy probable que existan animales terribles, tiburones que sobrepasen el tamaño de una ballena, antiguos dinosaurios, pensé.

Y en medio de esas reflexiones y fantasías, un ruido me hizo volver a la realidad, un ruido en el mar, como de algo que se agitaba en el agua, y al mirar hacia el lugar de donde provenía dicho ruido, vi que algo inmenso terminaba de sumergirse, y el agua se agitó y golpeó con más fuerza bajo el muelle.
Presa de un terror repentino huí hacia la casa, subiendo a toda prisa el camino escalonado. Miré hacia atrás al llegar a la cima, el mar estaba tranquilo y nada rompía su superficie. 
Pasé la mayor parte de esa noche despierto. Lo poco que dormí fue entre pesadillas con monstruos acuáticos, horribles tormentas marinas y la oscuridad ahogante de los abismos oceánicos, donde me veía descendiendo sin parar.
Por la mañana los dueños de la casa me invitaron a pasear en bote; de sólo pensarlo me estremecí.
Inventé una excusa para no ir y, esa misma tarde regresé a mi hogar, que por suerte está muy lejos del mar y de lo que asecha en sus profundidades.   

 

 

 

 

 

 

La reunión terrorífica

Como casi todos los padres trabajaban la reunión se concretó para la noche. 
El director de la escuela donde va mi hijo, la organizó para hablar no sé bien de que. 
Siempre consideré a esas reuniones una perdida de tiempo, y para peor esa noche 
había partido de fútbol…
Como en mi casa tengo la última palabra, dije al terminar la discusión “Está bien, iré”.
Y salí rumbo a la escuela bajo un cielo que amenazaba con llover.   Llegué tarde, como 
cuando era alumno, y sentí la mirada de los padres y madres que habían ido, que no eran
muchos, sobraban sillas en el salón.    Saludé y fui a sentarme en el fondo, ahí era donde me 
sentaba antes, por orden de la maestra.

Apenas me acomodé empezó a llover torrencialmente. El director se esforzaba por hacerse 
entender sobre el estruendo de la tormenta, que vino acompañada por relámpagos y truenos.
Creí que se iba a suspender, pero el hombre siguió hablando sobre el rendimiento de los
alumnos y cosas así.   
Por las ventanas entraban luces blancas, y seguidamente sonaba el estampido de los rayos, y
algunos de los que estaban allí agachaban la cabeza, como esquivando algo; y el director
seguía con su charla, más bien monólogo. 
Tras el rayo más fuerte se cortó la luz, dejando al salón en completa oscuridad.
En el cielo tormentoso hubo una seguidilla de relámpagos, y ahí fue cuando vimos a un niño
parado frente al escritorio.  El director, con los brazos extendidos como para tantear un
obstáculo, caminaba rumbo a la puerta. 

Todo debe haber pasado en escasos segundos. El niño, el fantasma, o lo que fuera, estaba
de espaldas a nosotros, mirando rumbo al pizarrón;  en el breve instante que iluminó otro
rayo, lo vimos girar la cabeza como lo hace una lechuza, sin mover el cuerpo, y quedó 
mirando hacia nosotros.   
Se armó un griterío seguido por una estampida rumbo a la puerta. Se escuchó que algunos
caían al piso y otros chocaban con las sillas.  Creo que fui el último en salir, al director la
estampida lo había empujado fuera del salón. 
Lo que me resulta misterioso de esa terrorífica experiencia, es que, por lo que se sabe, 
ningún niño murió en esa escuela, eso es lo que dicen…  

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