El búfalo cafre

Hay animales, como los antílopes y  gacelas,  que se han hecho célebres por su belleza. Otros, como el león, llaman la atención por su bravura y  orgulloso porte. Finalmente, los gigantes, como los  elefantes y jirafas, impresionan por sus colosales  proporciones. Pero existe una criatura africana que, al  margen de su tamaño, su porte y su  apariencia  física, es famosa entre todos los cazadores y zoólogos, precisamente por su peligrosidad. Me refiero al  búfalo cafre, el gran bóvido de las sabanas. Porque se sabe que este herbívoro ha causado más víctimas entre sus enemigos naturales incluido el hombre, que cualquier fiera, aparentemente más agresiva e incontrolable.

    Para los cazadores europeos y americanos que buscan en África emociones fuertes, el búfalo ha  constituido siempre una pieza codiciada. Porque  si  el tirador no acierta a derribarlo del primer  disparo, su obligado rastreo resulta sumamente peligroso.  El búfalo herido se retira hacia los más  impenetrables matorrales y trata siempre de dar un rodeo para atacar por la espalda al hombre que lo busca, en un paraje que dificulta la visibilidad y los movimientos.

    En la carga, el sólido rumiante, que puede alcanzar la tonelada de peso, avanza en línea recta, quebrando el matorral a su paso. Contrariamente  a  los toros, lleva siempre la cabeza levantada y el hocico al viento, para no perder el contacto  olfativo  con la víctima. Su fino oído y su aguda vista  completan el dispositivo agresor, conjugándose con una  agilidad inesperada en el volumen del rumiante. Sus cuernos, extraordinariamente  macizos,  forman  como  un casco sobre la frente,  para  curvarse  luego  hacia abajo y emerger en dos  afiladas  puntas laterales. Basta el simple testarazo del  escudo  central  para matar a un hombre. Pero el búfalo acostumbra a ensañarse con sus enemigos, a los que pisotea después de derribarlos. Y aún se dice que con su lengua, áspera como papel de lija, puede lacerar la piel y los músculos.

    ¿Tendríamos que  pensar  tras  esta  comprometida descripción que el búfalo es un ser odioso,  merecedor de la más despiadada persecución? En  absoluto, porque este apacible torazo  sólo  ataca  cuando  es acosado, comportándose, en condiciones normales, como una criatura inofensiva y tímida. Una abrasadora mañana de la gran Fosa del  Rift,  estábamos  filmando pelícanos blancos en las riberas del lago de Mañara, cuando sorprendimos a media docena de grandes  búfalos machos, revolcándose en un lodazal.

           Autor: Félix Rodríguez

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